lunes, 17 de octubre de 2022

Sábado de la XXVIII (20221015)

 Hoy celebramos la memoria de una gran Santa, primera Doctora de la Iglesia, Santa Teresa de Jesús; importante no solo para la Iglesia sino también para la Compañía de Jesús y cuya vida se conjuga perfectamente con el trozo Evangélico de hoy.

Durante mucho tiempo cayó en el pecado contra el Espíritu Santo. A pesar de estar en el convento se cerraba a todas las mociones que Este continuamente realizaba en su ser, continuando con su vida de riqueza e intereses egoístas.

Sin embargo, en 1553 se fundó en Ávila un colegio de la Compañía de Jesús. Teresa dijo: «Habían venido aquí [a Ávila] los de la Compañía de Jesús, a quien yo, sin conocer a ninguno, era muy aficionada de solo saber el modo que llevaban de vida y oración.» [Vida. Capítulo 23.]

Teresa empezó a mantener una relación espiritual profunda con varios jesuitas considerados excepcionales:  Diego de Cetina llegó a Ávila en 1555 y fue su confesor durante dos meses. El jesuita Juan de Prádanos fue confesor de Guiomar de Ulloa. Esta le habló de él a Teresa, y fue su confesor y director espiritual entre mayo de 1555y finales de 1558. Francisco de Borja fue a Ávila en 1554 y predicó en la Catedral de Cristo Salvador. Regresó en la Semana Santa de 1557 y ella aprovechó para ir a visitarlo. Francisco de Borja le dijo que lo que le ocurría era de Dios y que no se preocupase. Tomó por confesor, en 1559, a Baltasar Álvarez, que era maestro de novicios de los jesuitas. Este fue su confesor hasta 1562.

Ellos la dirigieron en vencer su pecado contra el Espíritu Santo y abrir todo su ser a su acción, de allí que sea evidente la influencia de la Espiritualidad Ignaciana en su propia espiritualidad, hasta llegar a exclamar, al más puro estilo de Ignacio:

"Vuestra soy, para vos nací:

¿qué mandáis hacer de mi?"

 Y nosotros, ¿estamos dispuestos a abrir nuestro ser entero a la mociones del Espíritu y «demandar conoscimiento interno del Señor, que por mí se ha hecho hombre, para que más le ame y le siga» tal como lo hizo Teresa siguiendo estas palabras de Ignacio?

Vuestra soy, para vos nací,
qué mandáis hacer de mí?

Soberana Majestad, 
eterna sabiduría,
bondad buena al alma mía;
Dios alteza, un ser, bondad,
la gran vileza mirad
que hoy os canta amor así:
¿qué mandáis hacer de mí?

Vuestra soy, pues me criasteis,
vuestra, pues me redimisteis,
vuestra, pues que me sufristeis,
vuestra pues que me llamasteis,
vuestra porque me esperasteis,
vuestra, pues no me perdí,
¿qué mandáis hacer de mí?

¿Qué mandáis, pues, buen Señor,
que haga tan vil criado?
¿Cuál oficio le habéis dado
a este esclavo pecador?
Veisme aquí, mi dulce Amor,
amor dulce, veisme aquí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Veis aquí mi corazón,
yo le pongo en vuestra palma,
mi cuerpo, mi vida y alma,
mis entrañas y afición;
dulce esposo y redención,
pues por vuestra me ofrecí,
¿qué mandáis hacer de mí?

Dadme muerte, dadme vida;
dad salud o enfermedad,
honra o deshonra me dad,
dadme guerra o paz crecida,
flaqueza o fuerza cumplida,
que a todo digo que sí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Dadme riqueza o pobreza,
dad consuelo o desconsuelo,
dadme alegría o tristeza,
dadme infierno o dadme cielo,
vida dulce, sol sin velo,
pues del todo me rendí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Si queréis, dadme oración,
si no, dadme sequedad,
si abundancia y devoción,
y si no esterilidad.
Soberana Majestad,
sólo hallo paz aquí,
¿qué mandáis hacer de mí?

Dadme, pues, sabuduría,
o por amor, ignorancia;
dadme años de abundancia,
o de hambre y carestía;
dad tiniebla o claro día,
revolvedme aquí y allí,
¿qué mandáis hacer de mí?

Si queréir que este holgando,
quiero por amor holgar.
Si me mandáis trabajar,
morir quiero trabajando.
Decid, ¿dónde, cómo y cuándo?
Decid, dulce Amor, decid:
¿qué mandáis hacer de mí?

Dadme Calvario o Tabor,
desierto o tierra abundosa;
sea Job en el dolor,
o Juan que al pecho reposa;
sea viña fructuosa o esteril,
si cumple así:
¿qué mandáis hacer de mí?

Sea José puesto en cadenas,
o de Egipto adelantado,
o David sufriendo penas,
o ya David encumbrado;
sea Jonás anegado,
o libertado de allí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Esté callando o hablando,
haga fruto o no le haga,
muéstreme la ley mi llaga,
goce de Evangelio blando;
esté penando o gozando,
sólo vos en mí vivid,
¿qué mandáis hacer de mí?

Vuestra soy, para vos nací,
qué mandáis hacer de mí?

Santa Teresa de Jesús

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