martes, 18 de octubre de 2022

Martes de la XXIX Semana, (20221018)

 Las posesiones, más que poseerlas nosotros a ellas, nos poseen ellas a nosotros. ¡Cuánta esfuerzo y desgaste por cuidarlas y no perderlas! Nos convierten en sus esclavos. Entre los inspiradores de los Evangelios, quién mejor para haber experimentado esto que Lucas. Muy probablemente médico, por ello y por el lenguaje que utiliza, es evidente que provenía de una posición social alta. Pero es capaz de dejar todo cuando encuentra la verdadera riqueza: Jesús. Y al haberlo descubierto comunica su “buena noticia”, en su evangelio, el más “social” de todos y  en los “Hechos de los Apóstoles”. 

El trozo evangélico que se ofrece hoy indica (solo él, no se encuentra en los otros evangelios) que Jesús invita y envía, no solo a los 12 sino a 72 -signo de “todos”- a la misión, necesita de todos, sin distinción alguna, porque la misión es mucha y los obreros pocos. Y para cumplirla les advierte que hay que liberarse de todo lo que ata, ser libres para Dios, ser capaces de salir de sí mismos para aproximarse a los que necesitan una palabra y un gesto de consuelo y de pacificación, a anunciar que Dios es Fuente de Vida y por eso manda imperativamente curar a todos los enfermos que haya. Este mandato nos puede resultar extraño y sorpresivo. Estamos educados en un cristianismo de ideas, conceptos, leyes, normas, rubricas, cautelas, preceptos, imperativos, exigencias… y el evangelio es sanación, alivio, reconciliación, pacificación, recuperación… y a eso nos manda Jesús: a curar toda enfermedad que bloquea, que debilita, que anula, que nos atrofia como criaturas con vocación de Hijos e Hijas, ese es el gran anuncio, el Evangelio, y la forma de anunciar.


Y de nuevo se viene a la mente la exigencia de libertad, la indiferencia del Principio y Fundamento de Ignacio “las otras cosas sobre la haz de la tierra son criadas para el hombre, y para que le ayuden en la prosecución del fin para que es criado. De donde se sigue, que el hombre tanto ha de usar dellas, quanto le ayudan para su fin, y tanto debe quitarse dellas, quanto para ello le impiden. Por lo qual es menester hacernos indiferentes a todas las cosas criadas, en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío, y no le está prohibido” para en todo Amar y Servir.


Lucas lo hizo, Ignacio y tantos otros lo hicieron, y tú, como llamado desde el bautismo, ¿estás dispuesto a hacerlo desde tu entorno para cumplir con la misión que Jesús te ha encomendado?


Dios Padre bueno

que nos invitas a recorrer los caminos,

a proclamar tu Reino

y a transformar el mundo.


Concédenos ser mensajeros de tu paz,

que allí donde haya odio

sepamos poner amor

que aprendamos a perdonar las ofensas

y a sentirnos abiertamente perdonados.


Que en la diversidad a veces desconcertante

de la Iglesia y del mundo

sepamos ver qué es lo esencial,

qué es lo que nos une

y lo que más nos compromete con tu reino.


Enséñanos el arte difícil

de la esperanza contra toda esperanza

y danos tu luz cuando

la oscuridad nos atenace y

no nos deje ver

el camino que queda por delante.


Que sintamos siempre

la alegría serena de

sabernos en tus manos y que,

cuando termine nuestro camino

en esta tierra,

volvamos a ser aquel barro humilde

al que diste vida y ansias de eternidad

con el simple aliento de tu Espíritu 


Amén

lunes, 17 de octubre de 2022

Lunes de la XXIX Semana, (20221017)

 El ser humano busca siempre una seguridad para su futuro e, incapaz de ver más allá, la encuentra en las riquezas. En su corta visión siente que ellas le dan, no solo esa seguridad, sino también prestigio, posición económica y social y que le alcanzan, en una palabra, la felicidad. Por alcanzarlas está dispuesto hasta dividir la unidad familiar y entrar en conflicto por ellas con el hermano, y hasta pedirle al mismo Dios que intervenga para alcanzarlas. Dividir, separar, cortar puentes en las relaciones, nada importa porque en ello se ha puesto el sentido de la vida, y la confianza, solo así se está seguro y feliz, entre más, mejor. No existe rico que se considere satisfecho y no desee ganar más, es un círculo vicioso plasmado en la sabiduría popular: “entre más se tiene, más se quiere”.

Jesús no es un divisor, es todo lo contrario, un Sím-bolo, es decir alguien que une dos realidades, quien separa es el diá-bolo, el divisor, tal vez no personificado en un ser individual, sino en sentimientos internos. Pero el ser humano parece ser incapaz de ver a Jesús como el gran símbolo y poner su confianza en Dios, que se preocupa hasta de los gorrioncillos, y por ello pretende acumular riquezas materiales sin caer en la cuenta que ellas no le garantizan la vida, y despreocupándose de acumular las verdaderas riquezas frente al dueño de la Vida.

La verdadera riqueza, la herencia que no puede ser dividida que alcanza para todos y da la seguridad de la verdadera Vida y que el ser humano se debía de preocupar por hacerla crecer, son  las relaciones positivas y fecundas; los gestos de fraternidad y amor; los puentes construidos con laboriosidad y esfuerzo; estas son las riquezas que llevamos / llevaremos a Dios, el objetivo primordial de nuestra vida y a quien si se debe aplicar el “entre más se tiene, más se quiere”.

La riqueza del Reino, por tanto, no se acumula: más bien se pone en circulación, se comparte, se arriesga, sin estar plenamente seguro de obtener un beneficio inmediato. Y de nuevo volvemos al Principio y Fundamento de Ignacio «en tal manera, que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás; solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos criados.»

Señor Jesús
enséñanos a ser generosos
a servirte como Tú mereces
a dar sin medida,
a combatir sin temor a las heridas
a trabajar sin descanso
sin esperar otra recompensa
que saber que hemos cumplido
tu santa voluntad.
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San Ignacio de Loyola
(Oración dedicada a San Francisco Javier,
cuando le envió como primer misionero a Oriente.)

Sábado de la XXVIII (20221015)

 Hoy celebramos la memoria de una gran Santa, primera Doctora de la Iglesia, Santa Teresa de Jesús; importante no solo para la Iglesia sino también para la Compañía de Jesús y cuya vida se conjuga perfectamente con el trozo Evangélico de hoy.

Durante mucho tiempo cayó en el pecado contra el Espíritu Santo. A pesar de estar en el convento se cerraba a todas las mociones que Este continuamente realizaba en su ser, continuando con su vida de riqueza e intereses egoístas.

Sin embargo, en 1553 se fundó en Ávila un colegio de la Compañía de Jesús. Teresa dijo: «Habían venido aquí [a Ávila] los de la Compañía de Jesús, a quien yo, sin conocer a ninguno, era muy aficionada de solo saber el modo que llevaban de vida y oración.» [Vida. Capítulo 23.]

Teresa empezó a mantener una relación espiritual profunda con varios jesuitas considerados excepcionales:  Diego de Cetina llegó a Ávila en 1555 y fue su confesor durante dos meses. El jesuita Juan de Prádanos fue confesor de Guiomar de Ulloa. Esta le habló de él a Teresa, y fue su confesor y director espiritual entre mayo de 1555y finales de 1558. Francisco de Borja fue a Ávila en 1554 y predicó en la Catedral de Cristo Salvador. Regresó en la Semana Santa de 1557 y ella aprovechó para ir a visitarlo. Francisco de Borja le dijo que lo que le ocurría era de Dios y que no se preocupase. Tomó por confesor, en 1559, a Baltasar Álvarez, que era maestro de novicios de los jesuitas. Este fue su confesor hasta 1562.

Ellos la dirigieron en vencer su pecado contra el Espíritu Santo y abrir todo su ser a su acción, de allí que sea evidente la influencia de la Espiritualidad Ignaciana en su propia espiritualidad, hasta llegar a exclamar, al más puro estilo de Ignacio:

"Vuestra soy, para vos nací:

¿qué mandáis hacer de mi?"

 Y nosotros, ¿estamos dispuestos a abrir nuestro ser entero a la mociones del Espíritu y «demandar conoscimiento interno del Señor, que por mí se ha hecho hombre, para que más le ame y le siga» tal como lo hizo Teresa siguiendo estas palabras de Ignacio?

Vuestra soy, para vos nací,
qué mandáis hacer de mí?

Soberana Majestad, 
eterna sabiduría,
bondad buena al alma mía;
Dios alteza, un ser, bondad,
la gran vileza mirad
que hoy os canta amor así:
¿qué mandáis hacer de mí?

Vuestra soy, pues me criasteis,
vuestra, pues me redimisteis,
vuestra, pues que me sufristeis,
vuestra pues que me llamasteis,
vuestra porque me esperasteis,
vuestra, pues no me perdí,
¿qué mandáis hacer de mí?

¿Qué mandáis, pues, buen Señor,
que haga tan vil criado?
¿Cuál oficio le habéis dado
a este esclavo pecador?
Veisme aquí, mi dulce Amor,
amor dulce, veisme aquí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Veis aquí mi corazón,
yo le pongo en vuestra palma,
mi cuerpo, mi vida y alma,
mis entrañas y afición;
dulce esposo y redención,
pues por vuestra me ofrecí,
¿qué mandáis hacer de mí?

Dadme muerte, dadme vida;
dad salud o enfermedad,
honra o deshonra me dad,
dadme guerra o paz crecida,
flaqueza o fuerza cumplida,
que a todo digo que sí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Dadme riqueza o pobreza,
dad consuelo o desconsuelo,
dadme alegría o tristeza,
dadme infierno o dadme cielo,
vida dulce, sol sin velo,
pues del todo me rendí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Si queréis, dadme oración,
si no, dadme sequedad,
si abundancia y devoción,
y si no esterilidad.
Soberana Majestad,
sólo hallo paz aquí,
¿qué mandáis hacer de mí?

Dadme, pues, sabuduría,
o por amor, ignorancia;
dadme años de abundancia,
o de hambre y carestía;
dad tiniebla o claro día,
revolvedme aquí y allí,
¿qué mandáis hacer de mí?

Si queréir que este holgando,
quiero por amor holgar.
Si me mandáis trabajar,
morir quiero trabajando.
Decid, ¿dónde, cómo y cuándo?
Decid, dulce Amor, decid:
¿qué mandáis hacer de mí?

Dadme Calvario o Tabor,
desierto o tierra abundosa;
sea Job en el dolor,
o Juan que al pecho reposa;
sea viña fructuosa o esteril,
si cumple así:
¿qué mandáis hacer de mí?

Sea José puesto en cadenas,
o de Egipto adelantado,
o David sufriendo penas,
o ya David encumbrado;
sea Jonás anegado,
o libertado de allí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Esté callando o hablando,
haga fruto o no le haga,
muéstreme la ley mi llaga,
goce de Evangelio blando;
esté penando o gozando,
sólo vos en mí vivid,
¿qué mandáis hacer de mí?

Vuestra soy, para vos nací,
qué mandáis hacer de mí?

Santa Teresa de Jesús

viernes, 14 de octubre de 2022

Viernes de la XXVIII (20221014)

Si para orar empezamos hoy con la lectura de Pablo, resultaremos impactados desde ella: Hemos sido escogidos y sellados por Dios a través de Jesucristo. Soy elegido y sellado a pesar de mis defectos, mi pecado, mi alejamiento de Dios de vez en cuando y mi incredulidad de que Dios pueda amar a alguien como yo. Avanzar con esta verdad, haber sido elegido y creerlo, afecta mi forma de actuar y moverme en este mundo. Sin temer a nada, ni a la muerte, actuando con total entrega, porque si Quien ha creado la naturaleza entera y nos ha escogido y sellado se preocupa hasta de sus gorriones, ¿no se va a preocupar de nosotros?

Así que vivamos como pueblo elegido, permitiendo que esa realidad sea la fuente de nuestros pensamientos y acciones y de nuevo pidamos “cognoscimiento interno de tanto bien recibido, para que yo enteramente reconosciendo, pueda en todo amar y servir a su divina majestad” y así discernir cómo podría vivir  como elegido por Dios a través de Jesucristo, y que Dios cuide, a través de mí, a mis hermanos.



Padre,

tu nos ha escogido y sellado,

sabemos que eso es

una manifestación de tu amor

por eso no tenemos miedo.

Tu Hijo venció hasta a la muerte.

Contigo no tenemos nada que temer

porque p nunca nos olvidas.

Estás con nosotros y nos conoces.

Contigo rechazamos la mentira y la hipocresía,

rechazamos el secretismo que solo oculta malas intenciones.

Contigo nada se oculta ni se silencia,

porque contigo reina la verdad y la vida plena.

Contigo nos animamos a ser fraternos y solidarios.

Nos animamos a amarnos y perdonarnos.

Contigo alcanzaremos la vida eterna.

Por eso estamos dispuestos

a emplear nuestra vida entera

en bien de nuestros hermanos

llevándoles a ellos

tu amor y protección.


Amén

jueves, 13 de octubre de 2022

Jueves de la XXVIII (20221013)

Profeta no es el que tiene visiones del futuro sino el que, analizando la realidad presente a la luz de Dios, habla en lugar de ese Dios anunciando, denunciando y prediciendo lo que puede pasar, en función de la vivencia del presente.

Por eso, denunciar lo que se opone al Reino de Dios en el presente y anunciar las consecuencias que eso traerá, es molesto para muchos. Rutilio Grande, Mons. Romero, los mártires de la UCA, Karl Rahner, Anthony de Mello, Hans Küng, Leonardo Boff, Ricardo Falla, José María Castillo, Andrés Torres Queiruga, Bernard Haering, Marciano Vidal y tantos otros actualmente,  hasta el mismo papa Francisco, incomodan porque sacan de su zona de confort a muchos. Lo mejor es eliminarlos porque no predican lo que es “correcto”… para muchos. Porque los neofariseos y los neoescribas de la ley se han adueñado de la sabiduría y se han erigido en jueces que justifican, en función de esa “sabiduría” (que, objetivamente, no tiene sustento ni se sabe de dónde puede venirles) los asesinatos o marginación anterior de los profetas y claman por la “necesidad” de que se realicen más marginaciones y hasta asesinatos en la actualidad. Ni entran al verdadero conocimiento de Dios ni dejan entrar porque se han adueñado de las llaves de la sabiduría y pretenden ser ellos los únicos que saben que es “bueno” y que no.


No nos adueñemos de la llaves del Reino y su sabiduría. Abramos mentes y corazones cerrados a todo lo que nos puede sacar de nuestra zona de confort, y escuchemos a la voz de los profetas que nos anuncian que un mundo mejor es posible, un mundo que haga presente en nuestra realidad, el reino de fraternidad, justicia, paz… demandemos “conoscimiento interno del Señor, que por mí se ha hecho hombre, para que más le ame y le siga.”


Padre misericordioso y amoroso,

tú eres el Dios de todos,

no solo de unos pocos “elegidos”.

Ayúdanos a desarraigar nuestras ideas

sesgadas y excluyentes

para que puedas amar

el mundo en su totalidad

en ya través de nosotros.


Ayúdanos a abrir nuestras

mentes y corazones cerrados

a todo lo que nos puede sacar

de nuestra zona de confort,

abrirnos a la voz de los profetas

que nos anuncian que

un mundo mejor es posible,

un mundo que haga presente

en nuestra realidad

tu reino de fraternidad,

justicia, paz…


Eres amor y nos has llamado

a amar a todos nuestros hermanos y hermanas.

Ayúdanos a vivir

vidas de servicio a los demás

y acelerar tu Reino en la tierra.


Amén